ENTRE DOS TRONCOS
Un día llegué a la conclusión de que podía enamorarme de cada uno de los seres que habitan en esta ciudad. De los olores, de las puertas y aceras, de los charcos, los niños, las verjas ...
Aquella tarde en el parque, al terminar de escribir este poema se lo entregué a ese hombre desconocido que tan solo dijo gracias, tímido y sorprendido...Yo me fuí... Supongo que para él y para mí, aquella, había sido una jornada diferente...
A todos los que se atreven a enamorarse unos segundos todos los días...
Una rama de madera volaba de algún sueño
Un perro corría encandilado.
Hierba húmeda en mis cenizas
Cascadas resonando en este cielo...
No quería que te fueras...
Aún leías algo incierto.
Me miraste, tembló el universo...
Ni siquiera te había visto;
Hacía frío
Quería sol y estar contigo...
En la distancia de estos dos troncos,
en la mirada de esos ojos.
Pasear tu perro
Besar tus hijos
Hacer la compra
Cine el domingo
Tender tu mano sin que me sueltes ni en un suspiro
Ver la pureza en ese abrazo de tus suburbios.
Estar contigo...
Mirar tus marcas
Tus cicatrices
Tus espejismos...
Sentirte cerca como a estas ramas de sombra inquieta.
Poblar tus ecos
Sentir tus garras
Pasear tus miedos
Besar tu ombligo
Hacernos jugo de piel y huesos
algún domingo.
Decirte en serio y que te rías
Saber tu nombre y tus mentiras,
Que pasen hombres y bicicletas
y en la distancia de estos dos troncos
que aún me veas...
Susana Maresca
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